La mañana del 15 de mayo la hemos pasado en Alcántara, visitando el Centro de Interpretación del Tajo Internacional, el Conventual de San Benito y el Puente de Alcántara.
Iniciamos la excursión con una ruta de cuatro kilómetros partiendo de Alcántara. Pudimos observar las murallas medievales que rodean la villa y que la defendieron a partir de la conquista de la misma por Alfonso IX que entregó su protección a los caballeros de la Orden de Alcántara, que por aquel entonces se llamaban los caballeros de la Orden de San Julián del Pereiro, lugar donde tenían su sede en León.
Pero en este paseo no solo pudimos admirar las fortificaciones, entre pañuelos y estornudos disfrutamos de la primavera, de los colores del campo, de las águilas y buitres que avistamos, y también de la orgía de olores.
Visión del Puente de Alcántara y la Presa "José María Oriol"desde el mirador del Balcón del Mundo.
Dieciocho siglos separan ambas obras de ingeniería.
Tras el paseo respusimos fuerzas en la plaza del Ayuntamiento y nos preparamos para visitar el Conventual de San Benito, que lleva su nombre por San Benito de Nursia fundador de la orden del Císter. Nuestro guía , Adrián, nos acompañó y nos explicó todos los entresijos de la seda de la Orden Militar de los Caballeros de Alcántara.
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| Escalera de caracol, vista desde su base, una proeza arquitectónica para la época y el lugar. |
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| Columna rícamente labrada. |
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| Esperando en el claustro. |
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| Sentados en lo que sería una celda para los monjes militares y militantes. |
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| El refectorio, con el techo ondulado y el cuadro del Conde de Barcelona uno de los maestres de la Orden de Alcántara. |
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Vista de la torre del aljibe y del pozo del claustro.
Y llegó el momento de visitar el Puente..
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Iniciamos la excursión con una ruta de cuatro kilómetros partiendo de Alcántara. Pudimos observar las murallas medievales que rodean la villa y que la defendieron a partir de la conquista de la misma por Alfonso IX que entregó su protección a los caballeros de la Orden de Alcántara, que por aquel entonces se llamaban los caballeros de la Orden de San Julián del Pereiro, lugar donde tenían su sede en León.
Pero en este paseo no solo pudimos admirar las fortificaciones, entre pañuelos y estornudos disfrutamos de la primavera, de los colores del campo, de las águilas y buitres que avistamos, y también de la orgía de olores. 
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